El impacto de las TIC en la creación de empleo



¿Tienen la innovación tecnológica y en concreto las Tecnologías de la Información y la Comunicación impacto en la creación de puestos de trabajo? ¿Tienen las TIC la culpa del actual incremento en la tasa de paro en EEUU y Europa? Estas son algunas de las preguntas frecuentes que muchos pensadores se llevan realizando desde que se realizaron las primeras automatizaciones de cadenas de producción industrial mediante autómatas o manipuladores industriales, o como comúnmente se dice, robots.

Los diferentes pensadores se han posicionado en diferentes perspectivas a raíz de sus investigaciones sobre el empleo en los países más desarrollados, de manera que, existe una diversidad de conclusiones que varían des de el impacto negativo de la tecnología en la ocupación, al impacto positivo.


En este ensayo pretendo rebatir la idea de que las TIC son las causantes del paro y de la escasez de ofertas de trabajo. Idea sostenida por la afirmación de que las innovaciones tecnológicas van acompañadas de una reducción significativa en la cantidad, calidad y calificación de los puestos de trabajo. Ocasionada por el desplazamiento de los recursos humanos por los tecnológicos. Se entiende entonces, que el impacto que ejercen las innovaciones tecnológicas sobre la ocupación es diferente según el tipo de recurso tecnológico. De esta forma, sostengo que no todos los recursos tecnológicos afectan de la misma forma en la ocupación, y que por lo tanto sería necesario realizar nuevos estudios que tuviesen en cuenta estas diferencias de cara a poder hacer un análisis por separado. Para poder acabar de desarrollar esta idea, es necesario crear una clasificación de recursos tecnológicos, distinguiendo así entre los recursos orientados a la comunicación y compartición de información (TIC) y los recursos orientados directamente a sustituir al ser humano en determinadas tareas y entornos donde no son capaces de ser tan efectivos ni productivos. En este segundo grupo se hallarían los robots y manipuladores industriales (hardware), y los agentes inteligentes (software).


Para poder extraer conclusiones sobre la relación entre la tecnología y la ocupación, es necesario primero situarse en el contexto actual de globalización e informacionalismo.
La transición de un paradigma industrial a un paradigma informacional, la formación de la sociedad red, juntamente con el avance de la globalización, están provocando transformaciones significativas en la economía y el trabajo a escala global. Los efectos de estos cambios se pueden apreciar en el paso de una economía basada en la producción de bienes a una basada en la producción de servicios (como fuente primaria de crecimiento económico y de ocupación), en la competencia global, en la gestión descentralizada i en la creciente individualización y fragmentación del trabajo.

Las mejoras en cuanto a comunicación y procesamiento de información introducidas por las TIC favorecen la globalización y facilitan el comercio global, aumentando de esta forma la competitividad de todas las empresas. Ya no solo las empresas internacionales necesitan ser competitivas a escala global para aumentar su ratio de beneficios, sino que ahora también las pequeñas y medianas empresas nacionales también sufren los efectos de la competencia a escala global. ¿Cómo puede competir un pequeño comercio de electrónica español, con los precios de empresas de Singapur o Hong Kong, que son capaces de ofrecer un precio más bajo con gastos de envío incluidos? ¿Cómo es capaz una pequeña tienda de ropa de competir con los precios de empresas americanas como AMI ClubWear (http://www.amiclubwear.com/), que son capaces de enviarte a casa el pedido des de el otro lado del océano con unos gastos de envío ridículos? Hoy en día, gracias a las mejoras en la efectividad de las empresas logísticas favorecidas de gran manera por las TIC, gracias a Internet y a empresas como PayPal y Ebay, estas compras a comercios localizados en la otra punta del planeta y a un precio en muchos casos más bajo que el de España son posibles. Para poder luchar contra esta gran competencia a escala mundial, las empresas se ven obligadas a aumentar su productividad.

Según mi opinión y coincidiendo con las hipótesis de autores como Carnoy (2001) y Castells (2004), para compensar este aumento de la productividad, una reestructuración del trabajo es requerida, para así poder disponer de trabajadores cada vez más flexibles y con alta capacidad de aprendizaje autónomo, que sean capaces de adaptarse al ritmo de cambios constantes que acompaña una economía basada en la innovación. Esta reestructuración no es sencilla, y su aplicación puede ser diferente en cada país ya que depende de factores como el ritmo de destrucción de puestos de trabajo en el sector industrial y el volumen de inversiones destinado a las TIC. Así, existen países donde el paso del industrialismo al post industrialismo puede ser más bruscos que en otros. España en concreto, es un país donde el cambio se está produciendo rápidamente y por este motivo es necesario crear instituciones y tomar medidas que ayuden a absorber a los trabajadores procedentes del sector industrial o de la construcción, mediante cursos de formación y ayudas para el desarrollo como el conocido plan Avanza. Únicamente mediante la formación, la reeducación y el fomento de la cultura emprendedora, haciendo énfasis en el sector de las TIC, se puede llegar a estabilizar la economía alrededor de la información y el conocimiento como fuentes de riqueza.
De esta manera se conseguiría reducir el carácter binario de la sociedad red, concepto introducido por Castells (2004), donde mientras una parte de la población activa puede acceder a trabajo muy calificado relacionado con los servicios de la producción, otra gran parte ocupa puestos de muy baja calificación. Estos últimos debido al poco valor proporcionado en términos de innovación y productividad, estarían en situación de peligro permanente de ser reemplazados por autómatas o otros trabajadores del mismo nivel. Según mi opinión, solo mediante medidas que favorezcan la reestructuración del trabajo, es posible conseguir una tendencia positiva en beneficio de la ocupación en los nuevos servicios relacionados con la información, la comunicación y el aumento de la productividad.

Algunos autores como Carnoy (2001) y Castells (2004) han llegado a conclusiones que se oponen a las diferentes posiciones defendidas por otros autores pesimistas como Barnet (1993). Este último, afirma que la economía global está creando ocupación a un ritmo muy lento, de forma que si no se adoptan soluciones por parte de los gobiernos y a escala global, se podría llegar a la época del “fin del trabajo”. Barnet (1993) también afirma que la innovación tecnológica reemplaza irremediablemente al trabajador por autómatas, y que aunque se creen nuevos puestos de trabajo relacionados con la producción tecnológica, comunicación y procesamiento de información, estos son insuficientes ya que un número más grande de puestos de trabajo industriales son destruidos.

Carnoy (2001) y Castells (2004) en cambio, coinciden en que las previsiones del fin del trabajo no son realistas, ya que no se ajustan a los datos reales de empleo en los países más desarrollados. Así, Carnoy (2001) y Castells (2004) afirman que aunque si que es verdad que muchos puestos de trabajo de operario de fábrica y oficina están desapareciendo como consecuencia de las TIC y la robótica industrial, muchos otros nuevos puestos son creados en servicios derivados. Según Castells (2004) existe una clara evidencia de crecimiento en los sectores informacionales (ejecutivos, profesionales, ingenieros y técnicos), en salud y educación, así como en otros empleos como oficinistas y comerciales (aunque con un aumento en el grado de complejidad). En cambio, los trabajos agrícolas y industriales se van reduciendo progresivamente como consecuencia de la introducción de las TIC y la aparición de nuevas innovaciones tecnológicas que posibilitan la automatización de estos trabajos.

A corto plazo las predicciones de Barnet (1993) de de destrucción de empleo debido al desplazamiento de los trabajadores a favor de las máquinas, y la creciente escasez en puestos de trabajo debido a la falta de crecimiento en el sector de los servicios de producción, podrían ser ciertas. Pero, los datos procedentes de los estudios de Carnoy (2001) y Castells (2004) demuestran que la realidad es totalmente diferente, y que el ritmo de creación de empleo es suficiente al menos en los países de la OCDE, como para garantizar que los trabajadores desplazados puedan ser reabsorbidos por los nuevos empleos. Pero, y tal y como estaca Carnoy (2001), para que se pueda llevar a cabo este proceso de adaptación de manera efectiva, es necesario crear instituciones para reeducar y formar a los trabajadores desagregados de estas nuevas redes de producción.

En mi opinión las conclusiones de Carnoy (2001) y Castells (2004) son ciertas y están validadas para un período de tiempo estudiado, y cuando menos, se acercan mucho más a la realidad que los pronósticos pesimistas de autores como Barnet (1993). En mi opinión y partiendo de mi hipótesis inicial de que no todas las tecnologías tienen el mismo pacto sobre la ocupación, las TIC son simplemente herramientas que facilitan la comunicación, y el procesamiento de información, y por lo tanto sin la intervención de los actores humanos no tienen ninguna utilidad. Partiendo de esta base podemos afirmar que las TIC no solo no reemplazan a los trabajadores sino que crean nuevos puestos de trabajo, antes inexistentes, derivados de su aplicación.

No obstante, los robots o manipuladores industriales y los agentes inteligentes si que están destinados a reducir la mano de obra y aumentar la efectividad del proceso. Por este motivo, es arriesgado afirmar que estas tecnologías no tengan un impacto negativo sobre el empleo. En estos casos, la destrucción de puestos de trabajo y el aumento de la productividad es evidente, tal y como se puede ver en este ejemplo http://tecnologia21.com/video-robot-abb-flexpicker-reemplaza-al-humano donde se utiliza un famoso robot industrial de la firma ABB Robotics.

En Mastrostefano y Pianta (2004), se llegan a conclusiones sobre el impacto de las innovaciones tecnológicas en cuanto a proceso y en cuanto a producto, en la creación de puestos de trabajo; afirmando que mientras la innovación en cuanto a proceso suele ir acompañada de la destrucción de puestos de trabajo, la innovación de producto normalmente provoca la creación de más puestos de trabajo.
Estas conclusiones están relacionadas con la aportación realizada sobre la distinción entre los diferentes tipos de recursos tecnológicos, y serviría para reforzar el argumento. Así podríamos establecer una analogía donde las TIC podrían estar clasificadas dentro del grupo de tecnologías del producto, ya que normalmente no van destinadas a automatizar un proceso sino a crear una nueva necesidad, o a venderla de forma diferente. En cambio los manipuladores industriales y los agentes inteligentes podrían ir clasificados dentro del grupo de tecnologías de proceso ya que están directamente diseñados para sustituir la mano de obra humana en unas tareas específicas como pueden ser: ensamblaje, control de calidad, soldadura y recomendaciones de productos. Estas últimas, por parte de los agentes inteligentes.

En conclusión y coincidiendo con Carnoy (2001), la clave para mantener el equilibro de la economía y del empleo, es crear mecanismos y instituciones por parte de los gobiernos a fin de fomentar la innovación, la cultura emprendedora y facilitar la formación de los trabajadores desagregados para poder optar a los nuevos empleos flexibles del siglo XXI.
Al mismo tiempo, estos nuevos empleos caracterizados por un incremento en el uso de la inteligencia, por el aumento constante en la productividad, por la flexibilidad y por la capacidad de aprendizaje autónomo, propiciaran el paso a un nuevo nivel de trabajo. Un nivel donde las tareas alienadoras y repetitivas habrán desaparecido, y en su lugar existirán tareas únicamente realizables por la mente humana.
Tareas donde el ser humano siempre será superior, y la máquina no lo podrá reemplazar. Así, podemos imaginarnos el utópico futuro donde los humanos pensaran e innovaran, y las máquinas trabajaran para nosotros.

Referencias

-Castells Manuel (2004). La era de la información Vol.1. La sociedad red. Alianza Editorial.

-Carnoy Martin (2001). El trabajo flexible en la era de la información. Alianza Editorial

-Barnet, Richard J. (1993). The end of jobs. Harper’s Magazine. Vol.287. Issue 1720. p47.

-Mastrostefano, V. & Pianta, M. (2004). The dynamics of innovation and its employment effects. An
analysis of innovation surveys in European industries. 10th International Schumpeter Society
Conference. Milan.

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